Diari Pirinexus Iria Prendes part 1
Iria Prendes

Autor: Iria Prendes

07/03/2025

Diario de viaje: Pirinexus (1/2)

Autor: Iria Prendes

27/11/2024

Esta es la primera parte de un relato de seis días de cicloturismo por la ruta Pirinexus, un viaje que me llevó desde Girona hasta el corazón de los Pirineos y de vuelta al Mediterráneo. Día a día, el paisaje iba transformándose, pasando de montañas y bosques frondosos a pueblos franceses tranquilos, campos de viñedos y playas bañadas por el sol.

Este texto es mucho más que un simple diario de viaje: es una colección de momentos y reflexiones, de encuentros y descubrimientos, de conexiones profundas con la naturaleza y con la historia. Si alguna vez has soñado con recorrer estos lugares en bicicleta, aquí tienes un adelanto de lo que te espera en esta aventura única. Bienvenida a la Pirinexus.

Primera etapa. De Girona a Olot

El viaje comenzó en Girona, un enclave vibrante y destino ciclista por excelencia. Este punto de partida ofrece un entorno repleto de vida ciclista y rincones de gran belleza. Es importante tener en cuenta que en el centro de la ciudad han modificado recientemente la normativa para los ciclistas, y en muchos tramos es necesario bajarse de la bici y continuar caminando.

Salí de Girona hacia Olot, siguiendo la vía verde del Carrilet I. Este antiguo trazado ferroviario, casi sin desnivel, resulta perfecto para un día de pedaleo tranquilo. Los últimos días llovió bastante y el paisaje está espectacular: el río baja cargado y el verde te llena la vista. Empiezo este viaje con mucha ilusión, y aunque hay una amenaza de lluvia en los próximos días, el sol me acompaña, y para alguien del norte como yo, eso ya es un lujo.

Mi salida se retrasó un poco; entre el desayuno, una vuelta por el casco antiguo y una visita rápida a la catedral, no logré ponerme en marcha hasta después de las 12. Con todo, fui relajada, conozco esta vía y sabía que era fácil y cómoda, lo que me dio confianza para disfrutar del camino.

Paré tarde a comer junto a la vía verde, y, por casualidad, me encuentro con Najat, una compañera de SoyCicloviajera. Ella iba en sentido contrario con un grupo de ciclistas en bicicletas adaptadas, y charlamos un rato sobre la accesibilidad de la ruta y lo importante que es un buen pavimento para quienes llevan este tipo de bicis. Una charla breve pero que me dejó pensando el resto de la tarde, una reflexión bonita sobre lo que significa hacer el camino accesible para todas las personas.

La tarde transcurrió sin sobresaltos. Es sábado, y la vía estaba llena de familias; es genial ver a los más pequeños dando sus primeras pedaladas en un sitio seguro y acogedor. A medida que avanzaba, iba saludando a otros ciclistas y peatones, adoptando el típico “adéu” de la región en lugar de mi habitual “buenas”. La respuesta cálida de la gente me hace sentir bienvenida.

El recorrido pasó por pueblos preciosos como La Cellera de Ter, Amer y la Rectoria de Sant Miquel de Pineda. Por el camino hay pequeñas cascadas y pozas escondidas que invitan a hacer paradas rápidas para disfrutar de estos rincones. De camino a Olot, el paisaje volcánico que rodea la ciudad es impresionante y tiene un toque muy especial, mientras disfrutaba de la “golden hour” y la luna ya me acompañaba.

Finalmente, llegué a Olot y usé el planificador de la web para buscar alojamiento. Encontré el hotel La Perla, y cuando llego, ¡sorpresa! Me hacen un descuento especial por estar recorriendo la Pirinexus.

Consejo del Día: Aunque la ruta no presenta un desnivel significativo, los 69 km pueden hacerse largos si no se planifican bien las paradas. Mi consejo es salir temprano, tomarse descansos y disfrutar del recorrido sin prisas.

Etapa 1 Pirinexus Girona - Olot
Ciclista en la Pilastra. Foto: Cris Maristany

Segunda etapa. De Olot a Espinavell

Dos cosas importantes que hay que hacer antes de emprender la marcha. Tomar un buen café y darse una vuelta por el centro de Olot, para verlo de día y sentir el ambiente local. Me quedé sorprendida de los edificios bonitos que tiene la ciudad. La he sentido una urbe muy agradable.

Hoy el recorrido me llevó a dos puertos: Coubet y Santigosa por la N260, carretera muy tranquila y llena de ciclistas. Es domingo y se nota. La carretera está asfaltada y la subida, aunque larga, es suave. A medida que avanzaba, disfruto del paisaje que va cambiando y se hace más amplio e impresionante. Con el sol pegando fuerte, la subida se siente en las piernas, pero el aire fresco y las vistas lo compensan.

Al llegar a Sant Joan de les Abadesses, hago una parada obligada. Aprovecho para dar un paseo por el casco antiguo y seguir la ruta del Secreto de Sant Joan de les Abadesses,” que recorre sus lugares más emblemáticos y llenos de historia. La abadía en el centro del pueblo impone y, además, me regalo una buena butifarra en uno de los restaurantes de la plaza, ¡una recompensa perfecta!

Desde Sant Joan, continué por la vía verde hacia Sant Pau de Segúries. Es un tramo cómodo y muy bien señalizado, que permite disfrutar del entorno sin prisas. Al cruzar la carretera general, me esperaba una subida más que me llevó hasta Camprodon. Aquí, el paisaje empieza a mostrar las características de la alta montaña y el aire es tan puro que cada respiro es revitalizante.

En Camprodon, hice una pausa junto al río Ritort, cuyo sonido relajante invitaba a detenerme y disfrutar. Busqué uno de los “totem selfies” que estoy coleccionando a lo largo de la ruta para mi álbum de viaje; se ha convertido en un juego dentro del viaje. Cada uno tiene una vista diferente y este en particular es como una postal para enmarcar.

De Camprodon a Molló, la carretera me va llevó poco a poco hacia terrenos de montaña. La señalización indica ya la dirección hacia el Coll d’Ares, mi meta para mañana. Decidí subir un poco más y hacer noche en el refugio de Espinavell, un pueblecito pre-pirineico. Al llegar, me esperaba una cena casera que me supo a gloria después de la jornada y el silencio de las montañas me envolvió en una calma profunda. Además, ¡sorpresa! Al estar haciendo la Pirinexus, me hicieron un descuento en el refugio, detalles que hacen del viaje un poco más acogedor.

Consejo del Día: Dormir en Molló o Espinavell hace la jornada algo más exigente, pero merece la pena para dividir la subida hasta el Coll d’Ares. Así, los últimos 15 km, que son los más duros, se pueden hacer con energía y frescura al día siguiente, y el paisaje de alta montaña hasta la cima es la mejor recompensa.

Etapa 2 Pirinexus Olot - Espinavell
Bicicleta apoyada en un puente, ruta Pirinexus. Foto: Cris Maristany

Tercera etapa. De Espinavell a Ceret

Qué delicia fue despertar entre montañas, con el aire fresco y un desayuno casero y local que reconfortó desde el primer momento. Apunto este pequeño pueblo como un sitio al que, sin duda, volveré en el futuro. El reto del día fueron 15 kilómetros de subida desde primera hora y, antes del mediodía, ya estaba coronando el Coll d’Ares, un puerto modesto de los Pirineos a 1,503 msnm. Este paso hacia Francia tiene una historia profunda, ya que fue un camino de escape hacia el exilio durante la Guerra Civil española. En el punto más alto, un monumento conmemorativo recordaba a aquellos que cruzaron estas montañas en busca de refugio.

Viajar en bici me permite descubrir esta historia y detenerme en cada lugar para absorberla. Este ritmo pausado me deja espacio para apreciar cada detalle, y me encanta esa calma que el viaje me va regalando.

El cielo despejado me dejó unas vistas impresionantes, y no pude resistirme a aprovechar el “totem selfie” del lugar para llevarme otro recuerdo de esta etapa. Hice una pausa en las mesas de picnic y terminé charlando con otros viajeros y trabajadores de la zona. Momentos como este le dan verdadero sentido al camino.

La bajada hacia Francia fue uno de los mejores momentos del día: el premio después de la subida. Llevar un cortavientos a mano resultó una buena decisión, porque el viento era fuerte y, tras algunos kilómetros, agradecí tener algo para abrigarme. Qué lujo fue sentir el aire en la cara y la libertad en cada curva.

El primer pueblo francés al que llegué fue Prats de Molló, donde me detuve a disfrutar de un café y un croissant. ¡Qué delicia! La jornada continuó con la tranquilidad de saber que lo más difícil ya estaba hecho, y lo que quedaba era simplemente disfrutar del recorrido. Crucé un par de encantadores pueblos de la comarca de Vallespir, avanzando despacio, observando cada detalle. En una panadería, compré una baguette y fiambre y me senté al sol a degustar manjares franceses y seguí rumbo a Céret, esta vez llegando un poco más temprano.

Tuve tiempo para instalarme, darme una ducha y salir a pasear, lo cual aproveché para explorar este encantador pueblo, famoso por sus cerezas.

Consejo del Día: Aunque hoy sientas que puedes avanzar más, recuerda que estás en la mitad del viaje y llevas dos jornadas intensas. Regálate una tarde tranquila, disfrutando del ritmo relajado y la calma que este lugar te ofrece, sabiendo que mañana otro reto te espera.

Ciclista en el Coll d'Ares. Ruta Pirinexus. Foto: Cris Maristany

Y hasta aquí, las tres primeras etapas de este viaje a través de la Pirinexus. Proximamente, ¡seguiremos con la otra mitad del viaje!

Para más información sobre la ruta Pirinexus, consultá este apartado de nuestro web: Ruta Pirinexus

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