El Secreto de Santa Cristina d’Aro – La ruta del Balcar

Santa Cristina d’Aro ofrece a los amantes de la naturaleza y el patrimonio un amplio abanico de posibilidades para explorar en un territorio que va desde L’Ardenya marítima hasta el mismo centro de Les Gavarres. Tierra megalítica por excelencia, esconde restos arqueológicos de gran valor.

También fue una fuente de inspiración para la escritora Mercè Rodoreda, que decidió pasar el fin de sus días en Romanyà de la Selva, donde reposan sus restos.

Y en el valle de Solius hallamos el monasterio de Santa Maria de Solius, que custodia un tesoro de treinta y nueve dioramas del finado hermano Gilbert Galceran, monje de Solius.

Lugares que hay que visitar y elementos destacados: la fuente Picant, los dioramas de Solius, la cueva de En Daina, el itinerario Rodoreda-Romanyà, la iglesia de Santa Cristina d’Aro, la ruta del Balcar, el Gran Museo de la Magia i la cala Canyet.

Kilómetros 4,6 km

Desnivel 0,97%

Dificultad Mínima

Pavimento Ruta naturaleza

Altitud máxima 39 m

Altitud mínima 27 m

Transporte Pie o en bicicleta

Tipo de secreto Caminos fluviales

El Balcar está situado en el lado oeste del municipio de Santa Cristina d’Aro, al lado del Ridaura, del que ocupa la llanura fluvial, una zona de meandro donde confluyen la riera de Solius y este río.

La zona del Balcar actúa como conector ecológico de dos zonas protegidas: el macizo de L’Ardenya-Cadiretes y el de Les Gavarres, los dos catalogados en el Plan de Espacios de Interés Natural (PEIN) e incluidos en la Red Natura 2000.

La densidad de las copas de los árboles crea un microclima húmedo y fresco, que favorece el crecimiento de muchas especies que no son propias del clima mediterráneo, como por ejemplo las eurosiberianas.

El itinerario propuesto es una ruta circular al mismo nivel, que transcurre alrededor de un espacio natural de gran interés paisajístico y cultural. A lo largo de toda la ruta contemplaremos varios ejemplares de árboles monumentales, especies naturales de gran interés, restos de esclusas, etc.

Puntos de interés:

  1. El bosque del Balcar

Cuando entramos en el corazón del Balcar experimentamos una sensación de cambio de temperatura y de humedad.

El bosque del Balcar ocupa unas 7 hectáreas. Este espacio fue adquirido en 2007 por el Ajuntament de Santa Cristina d’Aro para preservar los valores naturales. Probablemente, la palabra balcar proviene de balca (‘anea’), una planta que vive al lado del agua y que antes debía de ser abundante en la zona.

El bosque del Balcar está dominado por grandes corchos (Quercus suber), encinas (Quercus ilex) y pinos (Pinus pinea), con algunos almezos (Celtis australis) y plátanos (Platanus sp.). Los árboles son de buen tamaño y crean un ambiente muy sombrío donde crecen algunas plantas propias del centro de Europa, como por ejemplo el martagón (Lilium martagon), un bonito lirio frecuente en el Pirineo. Estas plantas, propias de latitudes más frías, se mezclan con una mayoría de especies mediterráneas, como el brusco (Ruscus acculeatus). También podemos disfrutar de muchas otras plantas interesantes: la delicada celidonia (Ranunculus ficaria) o la vinca (Vinca minor).

Desgraciadamente, el bosque de ribera original casi ha desaparecido. En lugar de chopos y álamos, encontramos acacias (Robinia pseudoacacia) y cañas (Arundo donax), dos especies invasoras.

 

  1. Mamíferos invisibles y pájaros todo el año

Zorros, erizos, tejones… Estos animales viven en el Balcar, pero si entramos en el bosque no los veremos. ¿Dónde están?

Los mamíferos salvajes son huidizos y, a menudo, nocturnos. Descubriremos su presencia mediante las huellas y los restos que dejan. Es más fácil ver a la muchedumbre de pájaros que viven todo el año: palomas torcaces, arrendajos, herrerillos, pájaros carpinteros…

Las poblaciones de pájaros se incrementan en invierno, cuando llegan muchos individuos que viven más al norte. Los vegetales mediterráneos (almeces, bruscos, zarzaparrillas…) están cargados de frutos en invierno, de forma que ofrecen alimento a unos pájaros que, a cambio, hacen de jardineros involuntarios a través de sus excrementos.

El Balcar también es un refugio de rapaces como ahora el búho real, el cárabo, el ratonero o el gavilán.

El paisaje en mosaico de la zona, con el bosque rodeado de espacios abiertos, acoge una biodiversidad elevada: ¡solo de mariposas diurnas se han descrito cincuenta especies distintas! También aparecen anfibios de elevado interés, como la salamandra, o reptiles como el lución, que a pesar de parecer una serpiente en realidad es un lagarto que ha perdido las patas.

 

  1. Robles, encinas y corchos: los tres Quercus de la Vall d’Aro

Es poco frecuente encontrar tres primos hermanos viviendo juntos como aquí. Quercus es un género de árboles que se caracteriza por los frutos en forma de bellota. A lo largo de este camino encontraréis varios ejemplares de tres Quercus distintos: la encina (Quercus ilex), el alcornoque (Quercus suber) y el roble (Quercus pubescens).

De los tres, el más característico de la zona es el alcornoque, popularmente denominado corcho. Las montañas que rodean Vall d’Aro son uno de los lugares de Catalunya donde viven las mejores poblaciones de este árbol. El corcho, uno de los principales motores económicos de la zona a partir del segundo tercio del siglo xix, es ignífugo y se considera una adaptación del árbol para sobrevivir a los incendios.

Tanto las encinas como los alcornoques están bien adaptados al clima mediterráneo y tienen las hojas pequeñas y duras para soportar mejor los veranos cálidos. El roble es un árbol de requerimientos más frescos y que abunda en la media montaña; tiene hojas blandas y grandes, que caen en otoño.

 

  1. El lavadero del Ridaura

Antes de la llegada de la red de agua potable a las casas, las mujeres (porque eran las mujeres las que lavaban la ropa) habían encontrado diferentes mecanismos para tener agua limpia para hacer la colada: pozos, canales, minas… y, al principio, unas piedras planas cerca de un curso de agua. En Santa Cristina se tiene constancia de un lavadero (safareig en catalán) municipal, situado en la riera de Can Roca; pero donde había un buen lugar era en el Ridaura, en el camino del Vilar.

Las mujeres se ponían, de rodillas, junto al agua corriente y hacían la colada; utilizaban un lavadero de madera donde colocaban la ropa, la enjabonaban con jabón hecho en casa (con aceite y sosa cáustica) y, para ablandarla y sacarle las manchas, la sacudían con una madera. ¡El agua corriente del río iba muy bien para enjuagarla! Después la escurrían y la dejaban enjugar encima de unos matorrales, no muy lejos de donde lavaban.

Este era un trabajo muy pesado, porque además de cargar el peso de la ropa mojada, hay que tener en cuenta que lavaban de rodillas a tierra y que el agua del río, en invierno, era muy fría… ¡y no había guantes! Normalmente era una actividad que se hacía en grupo y se aprovechaba para comentar los acontecimientos con más o menos benevolencia. De aquí viene la expresión fer safareig (‘cotillear’).

 

  1. La esclusa de la Barraca

Las esclusas son un tipo de barreras que se instalaban transversalmente en los cursos fluviales para regular el caudal, canalizar el agua del río hacia un molino o canal, permitir la acumulación de tierras y lodos, etc. Con esta barrera, el agua y el sedimento que llevaba se acumulaban en una balsa.

En el Balcar se halla la esclusa de la Barraca, que formaba parte de una antigua finca, pero hacia 1980 es construyeron otras esclusas para regular las avenidas (las crecidas repentinas) del Ridaura; todavía ahora se pueden ver los restos.

Sin embargo, río abajo, del lado del Càmping Mas Sant Josep (antes la finca se denominaba Can Sibils) encontramos restos de unos muros perpendiculares en el curso del río que servían para evitar que las crecidas del Ridaura se llevaran las tierras de los márgenes. Estos campos, en los márgenes del río, eran zonas de huertas.

Hoy en día se considera que los cursos fluviales deben recuperar la fisionomía natural y permanecer libres de barreras y construcciones humanas.

 

  1. El Ridaura

Este árbol ha absorbido unas 14 toneladas de CO2 a lo largo de su vida.

La edad de este pino piñonero (Pinus pinea) no se conoce con certeza, pero se estima que es superior a los doscientos años. Cuando las tropas de Napoleón asediaban Girona, probablemente este pino ya había nacido.

Este pino mide unos 20 metros de estatura, y el perímetro del tronco es de 3,70 metros. Dentro del ramaje aloja una gran cantidad de pájaros, insectos y pequeños mamíferos que encuentran cobijo en él. A diferencia del pino carrasco, la segunda especie de pino más característica de la zona, los piñones del pino piñonero son comestibles y la corteza del tronco tiene una tonalidad más cobriza.

Para llegar a hacerse tan grande, este árbol ha incorporado unas 14 toneladas de CO2 a lo largo de su vida. En Catalunya, la media de emisiones de CO2 se calcula en unas 10 toneladas por habitante y año. Eso quiere decir que este árbol ha empleado más de doscientos años en absorber la misma cantidad de CO2 que genera una sola persona en poco menos de año y medio.

 

  1. El pino monumental

Aquest arbre ha absorbit unes 14 tones de CO2 al llarg de la seva vida.

L’edat d’aquest pi pinyer (Pinus pinea) no es coneix amb certesa però s’estima que és superior als dos-cents anys. Quan les tropes de Napoleó assetjaven Girona, probablement aquest pi ja havia nascut.

Aquest pi fa uns 20 metres d’altura, i el perímetre del seu tronc és de 3,70 metres. Dins el brancam allotja una gran quantitat d’ocells, insectes i petits mamífers que hi troben recer. A diferència del pi blanc, la segona espècie de pi més característica de la zona, els pinyons del pi pinyer són comestibles i l’escorça del seu tronc té una tonalitat més rogenca.

Per arribar a fer-se tan gran, aquest arbre ha incorporat unes 14 tones de CO2 al llarg de la seva vida. A Catalunya, la mitjana d’emissions de CO2 es calcula en unes 10 tones per habitant i any. Això vol dir que aquest arbre ha esmerçat més de dos-cents anys per absorbir la mateixa quantitat de CO2 que genera una sola persona en poc menys d’un any i mig.

 

  1. El molino de En Reixac

El molino de En Reixac es una antigua masía testimonio del pasado agrícola de Santa Cristina y en especial de la zona de Solius y de L’Ardenya-Cadiretes.

 

  1. Extracción de arenas y grabas

Después de cruzar el puente del Ridaura de la carretera GIV-6611, si la riera está completamente seca, podemos ver que el lecho del río está lleno de sedimentos. En lugares como este, campesinos y aldeanos complementaban sus actividades sacando grabas y arena.

En los años cincuenta y sesenta del siglo pasado, la llegada de nuevos turistas y el aumento de la construcción de viviendas hicieron crecer la demanda de materiales como arena, graba y piedra.

El ayuntamiento daba concesiones para poder extraer estos materiales. Todavía ahora, a lo largo del Ridaura, se encuentran los caminos que utilizaban estos campesinos para extraer estas arenas. La mayoría están situados en el margen izquierdo y la pendiente es paralela al curso del río.

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