El Secreto de Las Ribas del Ter en SARRIÀ DE TER

Vía verde Girona - Sarrià de Ter

El municipio de Sarrià de Ter está situado en el nordeste de Catalunya, en el área central de la provincia de Girona y, concretamente, en el norte de la comarca de El Gironès. El emplazamiento geológico y estructural resulta singular porque prácticamente  confluyen la cordillera Transversal Catalana, la sierra de Les Gavarres, la depresión neógena de La Selva y el corredor que comunica esta depresión con la fosa de L’Empordà.

El paso del río Ter por la zona confiere al municipio un valor especialmente destacable y contribuye a incrementar la biodiversidad, en especial en cuanto al bosque de ribera, de gran interés para las aves. En este mismo lugar encontramos un brazo muerto del río Ter que aumenta el valor de la zona para la fauna.

Atravesando de norte a sur el conjunto del término, se hallan la Riera d’en Xuncla y el torrente de Can Guilana.

El núcleo de poblamiento más antiguo del municipio es Sarrià de Dalt, situado en la orilla izquierda de la Riera d’en Xuncla. Las casas que rodean la iglesia de Sant Pau y el poblamiento rural disperso al oeste del término fueron el origen del municipio a partir del siglo xii. Ya a finales del siglo xvii y primeros del xviii se empezó a constituir el núcleo de Sarrià de Baix, junto al camino de Girona a Perpinyà que atravesaba el río Ter. La actual calle Major es el eje resultante de aquel proceso paralelo al río Ter.

Hablar de Sarrià de Ter es hablar del proceso de industrialización que experimentó casi toda Catalunya durante la segunda mitad del siglo xix. La primera fábrica que hubo en Sarrià fue fundada en 1869 por Felip Flores i Brugada, el impulsor de la maquinaria necesaria para la obtención de pasta con la que fabricar papel. A primeros del siglo xx el proceso de industrialización avanzaba, se formaban sociedades mercantiles y recreativas y, en cuanto a la industria papelera, Sarrià ocupaba un lugar destacado por su producción. Actualmente, tres empresas muy consolidadas continúan en Sarrià fabricando y manipulando papel.

En el año 1976 Sarrià de Ter, que contaba ya con una población de 4.000 habitantes, fue anexionada a la ciudad de Girona. Con la constitución de los nuevos ayuntamientos democráticos en 1979, Sarrià recuperó su independencia municipal.

Puntos de interés no vinculados al Secreto

  • Parroquia de Nostra Senyora de la Misericòrdia, en el núcleo de Sarrià de Baix. Templo iniciado hacia 1800, pero no finalizado hasta tiempos recientes. El interés histórico del lugar incluye la huerta con la pared de piedra ante la iglesia, testigo de la actividad hortícola del Pla de Sarrià.
  • Edificio de Rafael Masó. De estilo modernista, sede de las antiguas escuelas públicas, en la calle Major, debe su nombre al arquitecto gerundense, que proyectó varios edificios de Sarrià.
  • Edificio del Coro. Situado en la calle Major, este edificio modernista, también de Rafael Masó, cuenta con un pequeño auditorio y antiguamente se había utilizado como ateneo.
  • Conjunto histórico-arquitectónico de la calle Major. La calle Major de Sarrià tiene sus orígenes en el camino real que iba de Girona a Perpinyà. Las referencias de sus hostales en los escritos del Baró de Maldà y el paso más reciente del Carrilet de Banyoles le otorgan la entidad suficiente como para figurar como conjunto patrimonial del municipio.
  • Fábricas y talleres de la calle Josep Flores. Al principio de la calle Josep Flores hay varios talleres y una fábrica, Can Mitjans, con chimenea de ladrillos, que se asocian al canal y a la esclusa sobre el Ter. Estos elementos son testigo de los orígenes industriales de Sarrià.
  • Parroquia de Sant Pau de Sarrià. En el núcleo de Sarrià de Dalt, documentada en el siglo xi, como posesión del monasterio de Sant Pere de Galligants (Girona), en 1698 era sitio real.
  • Molí d’en Xuncla. Molino situado a la salida de Sarrià, había aprovechado el agua de la riera del mismo nombre.

Kilómetros 450 m

Desnivel Suave

Dificultad Mínima

Pavimento Ruta naturaleza

Transporte a pie

Tipo de secreto Caminos fluviales

EL SECRETO DE SARRIÀ DE TER

El paso del río Ter por la zona confiere al municipio un valor destacable y contribuye a incrementar su biodiversidad, en especial en cuanto al bosque de ribera, de gran interés para las aves. Para poder ver especies fluviales sin ocasionarles molestias se ha construido un observatorio de aves. En este mismo lugar encontramos un brazo muerto del río Ter, un hábitat de interés para muchas especies de fauna, como pájaros, anfibios o incluso galápagos leprosos. Finalmente, hallamos la desembocadura de la Riera d’en Xuncla, justo antes de volver a la vía verde. Del municipio destaca también la calle Major de Sarrià, que tiene sus orígenes en el camino real que iba de Girona a Perpinyà. En Sarrià encontramos el Pont de l’Aigua, o Pont Major, puente de la época romana que formaba parte de la Vía Augusta. En época medieval fue reconstruido y por él pasaba el camino real, de forma que desde siempre, hasta la construcción del Pont de la Barca, fue la principal entrada y salida de Girona en dirección norte.

LA RIERA D’EN XUNCLA

La Riera d’en Xuncla recoge parte de las aguas de la vertiente oriental de las montañas de Rocacorba para llevarlas hasta el río Ter, muy cerca del núcleo de Sarrià. El carácter mediterráneo de este curso contribuye a que el caudal circulante sea irregular, muy condicionado por la lluvia. En los cursos alto y medio se encuentran alisales muy consolidados e importantes poblaciones de barbos de montaña. Bien próxima a la zona se hallan el molino y la Font d’en Xuncla, un buen lugar sombrío y fresco, idóneo para descansar y coger fuerzas.

ARROYADA O BRAZO MUERTO DEL TER

Antiguamente el río Ter circulaba con varios brazos en buena parte de su trazado. A medida que el río ha ido perdiendo su dinámica fluvial natural, fruto de varias obras hidráulicas (especialmente los grandes embalses de Sau y Susqueda) y debido también a la disminución progresiva de caudales por la mayor detracción y consumo de agua, estos brazos han ido desapareciendo progresivamente. Aun así, todavía quedan algunos, y permiten que aumente la biodiversidad al constituir un refugio para muchas especies vinculadas al medio acuático, balsas, zonas húmedas y pequeños humedales.

PANTALLA DE OBSERVACIÓN DE AVES

En el recorrido encontramos un observatorio de fauna fluvial, en especial la ornítica. El río Ter y los entornos de la isla de Pedret representan un buen lugar para ver ánades azulones, cercetas comunes, pollas de agua, cormoranes, garzas reales, garcetas, andarríos, aves forestales (pájaros carpinteros, oropéndolas, carboneros, agateadores…) y muchas más especies que pueden identificarse gracias a los carteles ilustrados de la pantalla.

POZO DE HIELO

Hasta que no se inventó la electricidad, se dependía del hielo natural para conservar los alimentos, entre otras funciones, puesto que el hielo también se utilizaba en medicina contra las contusiones y la fiebre. Para poder disponer de este recurso, había que encontrar la manera de conservar el hielo invernal durante todo el verano. Por este motivo se construían los pozos de hielo. En Sarrià de Ter, durante los trabajos de limpieza de la Riera d’en Xuncla, debajo de los setos aparecieron los restos de un pozo de hielo.

Pero, ¿cómo funcionaba un pozo de hielo? Los pozos de hielo se instalaban en zonas bajas y llanas, junto a un río o un molino. Todos tenían cerca una balsa en la umbría, donde se producía el hielo. Estas zonas eran conocidas como campos de hielo. Los campos de hielo se inundaban con poca agua cada noche de helada, de forma que conseguían sumar capas de hielo hasta que el grosor era el adecuado para recogerlo. El hielo, recogido, se depositaba dentro de los pozos y se prensaba por percusión, para formar una capa homogénea más difícil de deshacer. Estas capas solían ser de un metro de grosor y se separaban entre ellas con paja. Los encargados de conservar el hielo entraban al pozo por una pequeña puerta lateral, empotrada en la tierra.

Cuando llegaba el momento de utilizarlo, el hielo se picaba dentro del pozo y se subía afuera en capazos, mediante cuerdas y poleas, por una abertura situada en medio de la cúpula. Una vez sacado el hielo, se volvía a comprimir para hacer los bloques para transportarlo.

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